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Dolor de un miembro fantasma
Después de que una de sus extremidades ha sido amputada , usted puede sentir como si la extremidad aún estuviera ahí. A esto se le llama sensación del miembro fantasma. Lo que usted podría sentir incluye:
- Dolor en la extremidad aunque físicamente ya no se encuentre ahí.
- Entumecimiento.
- Calor o frío.
- Como si los dedos de las manos o de los pies se estuvieran moviendo.
- Como si la extremidad faltante aún estuviera ahí, o como si estuviera en una posición extraña.
- Como si la extremidad faltante se estuviera acortando (invaginación).
Qué esperar
Estas sensaciones se debilitan lentamente. También se deben sentir con menos frecuencia. Es posible que nunca desaparezcan por completo.
El dolor en la parte faltante del brazo o la pierna se denomina dolor del miembro fantasma. Se puede sentir como:
- Dolor agudo o punzante
- Dolor persistente
- Dolor urente
- Dolor de tipo cólico
Algunos factores pueden hacer que el dolor del miembro fantasma empeore, tales como:
- Estar demasiado cansado
- Ejercer demasiada presión sobre el muñón o en partes del brazo o la pierna que todavía existe
- Cambios en el clima
- Una extremidad artificial que no encaja adecuadamente
- Mala circulación
- Hinchazón en la parte del brazo o la pierna que todavía existe
Cuidados personales
Trate de relajarse de una manera tal que le surta efecto. Haga respiración profunda o finja que está relajando la pierna o el brazo faltante.
Leer, escuchar música o hacer algo que aleje su mente del dolor puede servir. También puede probar tomando un baño caliente si la herida de la cirugía ha sanado por completo.
Pregúntele al médico si usted puede tomar paracetamol (Tylenol), ácido acetilsalicílico ( aspirin ), ibuprofeno (Advil o Motrin) u otros fármacos que alivian el dolor.
Las siguientes medidas también pueden ayudar a disminuir el dolor del miembro fantasma:
- Mantener la parte restante del brazo o pierna caliente.
- Mover o ejercitar la parte restante del brazo o la pierna.
- Si está usando la prótesis, quítesela. Si no la está usando, póngasela.
- Si tiene hinchazón en la parte restante del brazo o de la pierna, intente ponerse un vendaje elástico.
- Use calcetines o medias de compresión.
- Intente dar palmaditas o frotar suavemente el muñón.
Nombres alternativos
Amputación - miembro fantasma
Referencias
Bang MS, Jung SH. Phantom limb pain. In: Frontera WR, Silver JK, Rizzo TD, eds. Essentials of Physical Medicine and Rehabilitation . 4th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2019:chap 108.
Dinakar P. Pain management. In: Jankovic J, Mazziotta JC, Pomeroy SL, Newman NJ, eds. Bradley and Daroff’s Neurology in Clinical Practice . 8th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2022: chap 52.
Waldman SD. Phantom limb pain. In: Waldman SD, ed. Atlas of Common Pain Syndromes . 4th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2019:chap 103.
- Amputación de un pie o una pierna
Instrucciones para el paciente
- Alta tras la amputación de una pierna
- Alta tras la amputación de un pie
- Cambio de apósito en amputación de un pie o una pierna
- Control de su hipertensión arterial
- Cuidado de heridas quirúrgicas abiertas
- Manejo de su glucemia
- Prevención de caídas
- Seguridad en el baño para los adultos
- Úlceras en los pies por diabetes
Ultima revisión 5/2/2022
Versión en inglés revisada por: Amit M. Shelat, DO, FACP, FAAN, Attending Neurologist and Assistant Professor of Clinical Neurology, Renaissance School of Medicine at Stony Brook University, Stony Brook, NY. Review provided by VeriMed Healthcare Network. Also reviewed by David C. Dugdale, MD, Medical Director, Brenda Conaway, Editorial Director, and the A.D.A.M. Editorial team.
Traducción y localización realizada por: DrTango, Inc.
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Síndrome del Miembro Fantasma: ¿qué es y por qué ocurre?
El síndrome del miembro fantasma es el conjunto de percepciones a través de las cuales una persona siente todavía sensaciones en un miembro amputado. Analicemos las bases clínicas de este fenómeno.
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Pol Bertran Prieto

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Cuantas más respuestas encontramos acerca de la naturaleza de nuestro cerebro, más preguntas surgen . Y es que el cerebro humano, por irónico que resulte teniendo en cuenta que es el órgano donde está almacenada toda nuestra existencia, es uno de los grandes desconocidos de la ciencia. Y existen muchos fenómenos que siguen generando confusión y fascinación a partes iguales.
Y a pesar de todo el estigma alrededor de la salud mental que hace que existan muchos mitos y leyendas urbanas acerca del mundo de la Psicología, sí es cierto que hay una serie de fenómenos psicológicos que representan el lado más desconocido de esta disciplina. Sin ir más lejos, existe un síndrome, llamado síndrome de Cotard, que hace que los pacientes piensen que están muertos o en estado de descomposición.
Pero no hace falta irse a casos tan extraños. Hay un síndrome que muchas personas que, por desgracia y por distintas causas, se someten a la amputación de un miembro padecen. Un síndrome que hace que sigamos sintiendo sensaciones y percepciones en un miembro amputado. Estamos hablando del famoso síndrome del miembro fantasma.
Y en el artículo de hoy, con el objetivo de comprender la naturaleza de este fenómeno que está rodeado de tantas ideas y concepciones erróneas, vamos a indagar, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, en las bases clínicas, neurológicas y psicológicas del síndrome del miembro fantasma , comprendiendo sus causas, síntomas y abordaje. Empecemos.
- Te recomendamos leer: “Síndrome de Cotard: causas, síntomas y tratamiento”
¿Qué es el síndrome del miembro fantasma?
El síndrome del miembro fantasma es un fenómeno que consiste en la percepción de sensaciones en un miembro del cuerpo que ha sido amputado . Así, la persona percibe que todavía está conectado al resto del organismo y que sigue funcionando, teniendo la falsa percepción de que la extremidad amputada continúa en su lugar.
Así, se trata de un síndrome que queda definido como el conjunto de sensaciones, picores, dolores, sensaciones térmicas o quemazones que sienten algunas personas que han sido sometidas a la amputación de un miembro y que persisten pese a que la extremidad ya no esté en el cuerpo.
Se estima que aproximadamente 2 de cada 3 personas sometidas a amputación van a desarrollar este síndrome y, en algunas ocasiones, las percepciones son de una naturaleza tan dolorosa, con un dolor tan intenso y una sensación tan insoportablemente desagradable, que la experiencia se convierte en algo tremendamente traumático. Por ello, es muy importante conocer la naturaleza clínica de este síndrome.

Causas del miembro fantasma
Tiempo atrás, los médicos creían que el síndrome del miembro fantasma se trataba simplemente de un fenómeno psicológico que emergía como respuesta cognitiva a la amputación de una extremidad. Pero, como es evidente, la ciencia ha progresado y hemos descubierto que, más que psicológico, se trata de un fenómeno neurológico .
Así pues, el síndrome del miembro fantasma se origina en el cerebro y la médula espinal, en el sentido que, tal y como revelan las pruebas de diagnóstico por imagen (básicamente resonancia electromagnética y la tomografía por emisión de positrones o PET/TC), las partes del cerebro que conectaban con los nervios del miembro amputado siguen mostrando actividad tras dicha amputación.
En otras palabras, la causa principal del síndrome del miembro fantasma es que el cerebro sigue mandando y recibiendo señales nerviosas a través de la médula espinal de unos nervios que ya no conectan con una extremidad. Tras la amputación, el cerebro y la médula espinal pierden la conexión neurológica con el miembro, momento en el que deben reajustarse de una forma muy poco predecible pero que, en la mayoría de casos, conforma el cuadro clínico del miembro fantasma.
El dolor puede aparecer inmediatamente después de la amputación o varios años después, con una incidencia que oscila entre el 42% y el 85%. Ahora bien, más allá de la causa que hemos comentado, entran en juego otros factores, pues el origen de este síndrome del miembro fantasma es multifactorial. Así, además de que se ha descubierto que las personas que sentían dolor en la extremidad antes de la amputación son más propensas a sufrir el síndrome del miembro fantasma, existen otros factores de riesgo.
Entran en juego mecanismos centrales ( por la reestructuración neurológica a nivel cerebral y de médula espinal ), mecanismos periféricos (se “rompe” el patrón sensitivo por sección de los nervios de la extremidad), fenómenos psicógenos (más relacionados con la psicología de cada persona) y, en algunas ocasiones, el desarrollo de un neuroma, es decir, un crecimiento anómalo de las terminales nerviosas dañadas que desencadena una actividad nerviosa que deriva en dolor.
Al mismo tiempo, se cree que los daños en las terminaciones nerviosas por la amputación, el desarrollo del tejido cicatricial en la zona, el modo como el cerebro almacena recuerdos de dolor en la zona afectada, el desarrollo de coágulos sanguíneos, los daños previos en la médula espinal o los nervios periféricos que conectaban con la extremidad, las infecciones en el miembro previas a la amputación e incluso el estrés o los cambios en el clima pueden contribuir también en el desarrollo e intensidad de este síndrome.
Paralelamente, investigaciones recientes indican que el cerebro tiene tendencia a reasignar los circuitos sensoriales . Esto significa que, como mecanismo de adaptación, deriva la información nerviosa del miembro residual que ya “no funciona” a otra parte del cuerpo cuyos circuitos sensoriales sí están intactos. Así, por ejemplo, puede reasignar la información de una pierna amputada a la mejilla, haciendo que, cuando se toca la mejilla, la persona sienta como si le tocaran la pierna que ha sido amputada.
Ni qué decir tiene, por todo lo que acabamos de analizar, que su aparición es tremendamente compleja a nivel neurológico y psicológico y que es difícil describir unas causas exactas, pues entran en juego muchos factores. Pero lo que está claro es que unas 2 de cada 3 personas experimentan este síndrome y que, a menudo, cursa con unos síntomas muy desagradables que es importante conocer.

El miembro fantasma es un síndrome y, como tal, tiene asociado una sintomatología que, por regla general, empieza la primera semana posterior a la amputación , aunque hay casos donde se demora meses e incluso años en aparecer. Los signos clínicos, además, tienden a “afectar” a la parte de la extremidad amputada más alejada del cuerpo, como por ejemplo, a la mano tras una amputación de brazo.
Dicho esto, el principal síntoma por relevancia clínica es, además de la sensación de que el miembro amputado todavía sigue conectado al cuerpo, las sensaciones de frío y de calor, las sensaciones de deformidad, el hormigueo y la sensación de entumecimiento, es el dolor.
El dolor del miembro fantasma es el principal signo clínico de este síndrome , pudiendo ser continuo o apareciendo y desapareciendo por lapsos de tiempo. Este se puede sentir como un dolor punzante o agua, como un dolor persistente, como un dolor de tipo cólico o como un dolor urente, es decir, que escuece o que quema. Así, hay pacientes que describen el dolor en la extremidad residual amputada como un calambre, como un ardor, como un pinchazo, como un apretujón, como una puñalada e incluso como un disparo.
Aun así, el dolor no siempre está presente. Hay veces que el síndrome del miembro fantasma es indoloro, pero decimos que es el más relevante a nivel clínico porque, en pacientes que sí que desarrollan el dolor fantasma, hay veces en las que este dolor se vuelve tan intenso que la experiencia se convierte en algo tremendamente traumático.
Por ello, y porque pese a que las sensaciones por regla general se van haciendo cada vez más débiles y apareciendo con menos frecuencia , es posible que nunca desaparezcan por completo, es muy importante conocer en qué consiste el abordaje terapéutico para tratar este síndrome y evitar que la sintomatología sea grave.

Tratamiento
La prevención del síndrome del miembro fantasma es complicada . Aun así, esta puede pasar por, habiendo visto que haber experimentado dolor en la extremidad antes de la amputación es un factor de riesgo, aplicar anestesia local las horas o días previos a la intervención quirúrgica. Esto puede ayudar a disminuir el riesgo de dolor permanente en la extremidad y a reducir el síndrome del miembro fantasma tras la amputación. De todos modos, como es evidente, no hay una forma de prevenir totalmente y de forma eficaz este síndrome.
Además, al no existir pruebas médicas que puedan diagnosticar el síndrome, todo se basa en la descripción que haga el paciente. A mayor precisión a la hora de describir el dolor en lo que a naturaleza, intensidad y frecuencia de aparición se refiere, más preciso podrá ser también el tratamiento que vaya a darse para reducir el impacto de estas sensaciones.
Generalmente, el primer tratamiento que se realiza es el farmacológico (teniendo en cuenta que no hay fármacos específicos para combatir el síndrome), con la administración de distintos medicamentos como analgésicos de venta libre, narcóticos, anticonvulsivos o antidepresivos. Normalmente, hay que probar varios hasta dar con uno que dé buenos resultados. De este modo, las percepciones desagradables y el dolor pueden paliarse.
Ahora bien, en segunda instancia y en caso de que persista, deben iniciarse tratamientos de naturaleza no farmacológica. Por ello, se suele recomendar las sesiones de fisioterapia, la terapia por estimulación de la médula espinal (se insertan electrodos en la médula espinal para aliviar el dolor con corriente eléctrica), la terapia de acupuntura (útil para el dolor crónico, recordando siempre hacerlo en manos de un profesional) o la técnica de la caja espejo, una terapia que consiste en, usando un dispositivo con espejos para simular que el miembro amputado existe, hacer que la persona realice movimientos para tener la percepción de que la extremidad se mueve, algo que, de acuerdo a distintos estudios, ayuda a aliviar el dolor.
Como hemos dicho, la mayoría de pacientes ven reducido el síndrome del miembro fantasma lenta pero continuamente. Ahora bien, en caso de que estos tratamientos que hemos visto no funcionen y el síndrome sea muy intenso, puede contemplarse la cirugía , la cual consiste en una estimulación cerebral profunda o en una estimulación de la corteza motora. Se está manejando, además, un posible tratamiento de cara al futuro cercano a través de gafas de realidad virtual para simular que la extremidad existe y aliviar el dolor. Veremos si esta técnica termina usándose.

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- Introducción
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- Fisiopatología del dolor de miembro fantasma
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- Tratamiento del dolor de miembro fantasma
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- Bibliografía
El dolor de miembro fantasma puede ocurrir hasta en el 80% de los sujetos con amputación por trauma o enfermedad vascular periférica. Varios factores se han asociado a su generación, como el dolor preamputación, la etiología y el nivel de la amputación.
Revisar el estado actual de los mecanismos fisiopatológicos, las opciones de tratamiento y su eficacia en el dolor de miembro fantasma.
Se realizó una revisión de la literatura no sistemática en las bases de datos PubMed y Cochrane sobre artículos que describieran la fisiopatología y el tratamiento del dolor de miembro fantasma.
Los mecanismos fisiopatológicos propuestos aún se encuentran en investigación e incluyen factores periféricos, centrales y psicológicos. Las opciones de tratamiento continúan siendo limitadas, y menos del 10% reportan mejoría a largo plazo.
Phantom limb pain may be present in up to 80% of patients subjected to amputation because of trauma or peripheral vascular disease. Several factors have been associated with its occurrence, including pre-amputation pain, the etiology, and the amputation level.
To review the current status of the pathophysiological mechanisms, treatment options and their efficacy for the management of phantom limb pain.
Non-systematic review of the literature in PubMed and Cochrane, of articles describing the pathophysiology and treatment of phantom limb pain.
The proposed pathophysiological mechanisms are still in research and include peripheral, central and psychological factors. Treatment options are still limited, and less than 10% of patients report long-term improvement.
El dolor de miembro fantasma (DMF) se refiere a la presencia de sensaciones dolorosas en una extremidad ausente y se clasifica como un dolor de origen neuropático 1,2 . Ambroise Paré, cirujano francés, fue el primero en notar en 1552 que los pacientes se quejaban de dolor severo después de la amputación de una extremidad, postulando que factores periféricos y centrales participaban en la generación de dicha sensación. Siglos después (1872), Silas Weir Mitchell acuñó el término «dolor de miembro fantasma» para caracterizar esta entidad 3-6 . La incidencia varía desde el 2 y el 80%, independientemente de la etiología 2-4 . Tales diferencias en la incidencia reportada por diversos estudios son debidas a la falta de una definición unificada para el DMF, o que en muchos casos los pacientes no reportan el dolor por temor a ser estigmatizados como enfermos mentales 1,3,7 . La incidencia del dolor fantasma parece ser independiente del género, del nivel de la amputación y de la edad en adultos. A pesar de lo anterior, el dolor fantasma continúa siendo menos frecuente en niños y jóvenes y prácticamente no existe en sujetos nacidos sin una extremidad 1,2,8 .
Se realizó una revisión no sistemática de la literatura en bases de datos como Pubmed y Cochrane, introduciendo las palabras clave en inglés (Pathophysiology; Phantom limb pain; Pain; Neuropathic pain). Se procedió a la lectura de cada artículo y se indagaron artículos de las referencias relacionados con el tema, y de acuerdo a esta metodología se seleccionaron 51 referencias.
El DMF puede ser de corta duración con presencia de calambres dolorosos o puede ser constante asociado a una percepción intensa de la extremidad pérdida. Se caracteriza por ser más intenso en las porciones distales, tipo punzante, palpitante, ardor o con calambres. El inicio puede ser inmediato o muchos años después de la amputación 2,9 . Estudios prospectivos han reportado que en el 50% de los sujetos puede ocurrir en las primeras 24 h luego de una amputación y en el 60-70% hasta un año después 3,7,8 . Aunque es más común después de la amputación de una extremidad, puede ocurrir posterior a la remoción quirúrgica de cualquier parte del cuerpo, como los ojos, los senos y la cara, entre otros 1,2,10 .
Es posible que la aparición y naturaleza del DMF difiera dependiendo de la causa de la amputación, aunque no existen datos claros que permitan hacer conclusiones definitivas. En países occidentales las principales causas de amputación son la diabetes mellitus y la enfermedad vascular crónica, y menos frecuentemente los tumores, mientras que en otros lugares del mundo las guerras civiles y las explosiones por minas antipersona son causa de amputaciones traumáticas en sujetos saludables 3,11 .
Existen algunos factores relacionados con la generación del dolor fantasma ( tabla 1 ) 4,8,12 :
Factores relacionados con la generación del dolor de miembro fantasma
Fuente: autores.
Posterior a la sección de un nervio se presenta degeneración retrógrada y acortamiento de las neuronas aferentes y, como consecuencia de la lesión, edema y regeneración de los axones, fenómeno conocido en inglés como sprouting , produciendo la formación de neuromas, es decir, llevando a la formación de terminaciones ampliadas y desorganizadas de fibras tipo A y C, cuya descarga es ectópica y se aumenta durante el estímulo mecánico y químico. Las fibras tipo C se caracterizan por mostrar una descarga ectópica con un patrón irregular y lento, relacionándose con una regulación al alza o expresión de novo de canales de sodio y disminución de canales de potasio, así como una alteración de las moléculas de transducción de señales mecano-sensibles 2,4,13 . Un ejemplo de lo anterior es la anestesia local del muñón, la cual no elimina el dolor en todos los casos, mientras que la inyección de galamina —una sustancia que aumenta la conductabilidad de sodio— genera dolor fantasma 3,4 . La conexión no funcional entre axones también puede contribuir a la actividad espontánea anormal 2 . Sin embargo, el DMF está presente en algunos pacientes inmediatamente después de la amputación y antes de la formación de un neuroma, lo cual significa que este último mecanismo no explica completamente la fisiopatología del DMF 1,4 .
Un sitio adicional de descarga ectópica es el ganglio de la raíz dorsal (GRD), el cual se une a la actividad ectópica proveniente del neuroma del muñón y la amplifica o produce una excitación cruzada, llevando a la despolarización de neuronas vecinas 2,4 . Se ha observado que durante la aplicación de agentes bloqueadores beta-adrenérgicos o durante el bloqueo quirúrgico de la actividad simpática se produce reducción del dolor, mientras que la inyección de epinefrina lo aumenta. Varios factores externos, como la temperatura, la oxigenación y la inflamación local sobre los neuromas y el GRD, también tienen un papel crucial en la fisiopatología de esta entidad 2,9 .
Posterior a la lesión de un nervio periférico, las neuronas del cuerno posterior de la médula espinal muestran sensibilización central, proceso que se caracteriza por presentar potenciación a largo plazo, en el cual estímulos nociceptivos de corta duración generan potenciales postsinápticos aumentados durante un largo período de tiempo 14,15 . Así mismo se presenta hiperexcitabilidad, reducción de procesos inhibitorios, cambios estructurales de las terminaciones nerviosas centrales sensoriales primarias, interneuronas y proyecciones neuronales 16 . Las interneuronas gabaérgicas y glicinérgicas de la médula espinal pueden ser destruidas por una descarga rápida desde el tejido lesionado y otros efectos de la axotomía, o pueden cambiar de un efecto inhibitorio a excitatorio por influencia del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), y de este modo contribuir a la hiperexcitabilidad 2,4 . Adicionalmente, existe una regulación a la baja de receptores opiáceos sobre terminaciones primarias aferentes y neuronas espinales intrínsecas, por lo que la colecistocinina, un inhibidor endógeno del receptor opioide, se regula al alza exacerbando el efecto de desinhibición 2,17,18 . Otro mecanismo que explica la sensibilización es la facilitación del receptor NMDA (N-Metil-D-aspartato) al glutamato inducida por inflamación 2,11 .
La lesión nerviosa también produce conexión funcional de entradas de bajo umbral (inputs) con neuronas de proyección medular ascendentes que transmiten información nociceptiva a centros supraespinales. Un mecanismo adicional desencadenado por la lesión es la liberación de la sustancia P (producida normalmente por fibras tipo Aδ y C) por fibras mecanorreceptoras Aβ que se comportan como nociceptivas, el cual puede permitir la actividad ectópica o normal en las fibras Aβ para desencadenar o mantener la sensibilización central. Cuando lo anterior sucede, una entrada normal e inocua desde las fibras Aβ, una aferencia ectópica y aferencias de bajo umbral residuales, pueden contribuir a la sensación de dolor fantasma 2,15 . Igualmente se produce degeneración de las fibras C en la lámina ii , permitiendo el crecimiento de fibras Aβ sobre esta área (normalmente terminan en las láminas iii y iv ), por lo que neuronas de segundo orden en la lámina ii que normalmente reciben señales sensoriales de alto umbral comienzan a recibir señales de bajo umbral, produciendo percepción del estímulo táctil como nociceptivo e induciendo el fenómeno de la alodinia 2,9,15 . Por otro lado, se han propuesto alteraciones en la respuesta sensorial y motora, ya que la sensación dolorosa anormal podría estar relacionada con la incoordinación entre la intención motora y la respuesta sensorial asociada a una activación de áreas cerebrales frontales y parietales 2 .
Evidencias experimentales han mostrado que posterior a la amputación de un dedo en un mono adulto ocurre invasión de áreas neuronales adyacentes de la zona cortical que representaba el dedo amputado, correspondiendo a cambios de neuroplasticidad sobre la corteza motora primaria (M1) y somatosensorial primaria (S1) 1 . Así mismo, Ramachandran et al. observaron en 4 sujetos amputados de miembros superiores, reorganización del homúnculo de Penfield aproximadamente de 2 a 3 cm con una correspondencia entre sitios de estimulación en el rostro y sensaciones fantasma en la extremidad amputada, sugiriendo que la reorganización cortical puede generar dicho fenómeno fantasma. Sin embargo, se ha propuesto que pueden estar involucradas otras áreas cerebrales, ya que la sensación fantasma en brazos amputados puede evocarse desde regiones distales de la representación del brazo en S1, como el dedo del pie 1,2 . Adicionalmente, se ha reportado que a mayor desplazamiento de la representación de la boca hacia el área anterior del brazo, más intenso es el DMF, indicando que la reasignación topográfica se modifica con el tiempo 4 .
Los factores psicológicos, aunque no parecen contribuir a la etiología, sí pueden afectar el curso y la severidad del dolor. Es probable que la reorganización ocurra no solo en áreas sensoriales del dolor sino también en áreas afectivas del dolor, como la ínsula, el giro cingulado anterior y la corteza frontal 4,8,12 .
Actualmente no existe un consenso claro acerca de la eficacia del tratamiento para el DMF, ya que menos del 10% de los pacientes que reciben tratamiento médico obtienen alivio del dolor por un largo período de tiempo 19-21 . El tratamiento puede ser farmacológico o no farmacológico 1,3 .
Los opiáceos se unen a los receptores de opiáceos periférica y centralmente, generando analgesia sin pérdida del tacto, propiocepción o estado de conciencia 1 .
Huse et al. 17 realizaron un estudio cruzado, doble ciego, en 12 pacientes con DMF crónico resistente al manejo médico e intensidad mayor de 3/10 en la escala analógica visual (EAV), en quienes se administró aleatoriamente morfina oral (dosis máxima de 300 mg/día) o placebo. Los resultados mostraron una reducción significativa del dolor durante la fase de tratamiento con morfina oral respecto al nivel basal (t = 3,51; p 0,01) comparado con placebo (t = –1,99; p = 0,036), sin disminución significativa en este último grupo con relación al nivel basal (t = 2,18; p = 0,026). En el 42% de los pacientes tratados con morfina oral se encontró más del 50% de reducción del dolor (p 0,05). Así mismo, Wu et al. 22 determinaron la efectividad de la morfina intravenosa (i.v.) por medio de un estudio cruzado, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo en 32 sujetos con DMF crónico y dolor del muñón que mostraron una disminución significativa del dolor después de 30 min de finalizada la infusión de morfina comparado con placebo (p 0,01) (puntaje en la EAV, preinfusión de 48 y posinfusión de 30). El NNT para disminuir el dolor en 30% con morfina i.v. fue de 2. Posteriomente, Wu et al. 23 aleatorizaron 60 sujetos con dolor crónico posamputación (dolor del muñón y DMF) mayor de 3/10 en la EAV a la administración de morfina oral, mexiletina o placebo, encontrando un cambio promedio de la intensidad del dolor respecto al nivel basal (–1,4 para placebo, –1,5 para mexiletina y –2,8 para morfina; p 0,0001). El tratamiento con morfina oral mostró mayor reducción significativa del dolor respecto al placebo y mexiletina (p = 0,0003). El NNT calculado para obtener el 50 y el 33% de reducción del dolor con morfina oral fue de 5,6 y 4,5, respectivamente. Ben Abraham et al. 24 , en un estudio cruzado y doble ciego evaluaron la efectividad del dextrometomorfano oral (120 o 180 mg/día) contra placebo en 3 pacientes con DMF secundario a amputación de etiología neoplásica durante 3 semanas, encontrando que el puntaje promedio del dolor pretratamiento en la EAV para los 3 pacientes varió entre 8,5 y 10, y después de finalizadas las 3 semanas de tratamiento con 120 mg de dextrometomorfano disminuyó en un rango de 2,8 a 7,1 (p 0,05).
Maier et al. 25 , en un estudio doble ciego y controlado con placebo aleatorizaron 36 sujetos con DMF crónico a 30 mg/día de memantina o placebo. Al finalizar las 4 semanas ambos grupos de tratamiento presentaron mejoría del dolor según la Escala de calificación numérica (ECN): en el grupo de memantina disminuyó de 5,1 (± 2,13) a 3,8 (± 2,3), y en el grupo placebo, de 5,2 (± 2,02) a 3,2 (± 1,46) (p 0,05). El porcentaje promedio de mejoría del dolor también fue similar en ambos grupos (47 y 40%, respectivamente), y el NNT obtenido fue de 4,5. Así mismo, Schwenkreis et al. 26 condujeron un estudio controlado con placebo y doble ciego en 16 sujetos con DMF crónico, quienes fueron aleatorizados a recibir hasta una dosis máxima de 30 mg diarios de memantina o placebo durante 3 semanas. Se determinó el valor de inhibición intracortical (IIC) y facilitación intracortical (FIC) con la técnica de estimulación magnética transcraneal (EMT) en el día 1 y 21 de tratamiento. El promedio del dolor basal en la ECN fue de 4,1 (1,7-6,3) para el grupo de memantina y 6,8 (0,3-7,7) para el placebo, encontrando que el grupo de memantina presentó un aumento de la IIC significativo (p 0,05) después de 3 semanas de tratamiento (promedio de –0,3, [–13-22,0%] en el grupo placebo frente a –25,5% [–42 a +7,0%] en el grupo memantina). Así mismo, la FIC se redujo significativamente (p 0,05) en el grupo de la memantina (promedio de –1,5% [–57,0 a +51,0%] en el grupo placebo frente a –37,7% [–131,0 a +19,0%] en el grupo de la memantina). En ambos grupos se observó una disminución promedio del dolor fantasma (grupo placebo de –0,9 [–3,2 a +1,2]; grupo memantina de –2,5 [–6,3 a +0,3, p 0,05), sin diferencias significativas entre ambos grupos. Los mecanismos mediados por la memantina pueden influir en el aumento de la IIC y la reducción de la FIC significativamente sobre el área cerebral contralateral a la amputación. Sin embargo, los resultados sugieren que estos cambios de la excitabilidad cortical y del DMF son independientes. Así mismo, Wiech et al. 27 realizaron un estudio cruzado, doble ciego, controlado con placebo y aleatorizado en 8 pacientes con DMF crónico en quienes no se encontraron cambios significativos de la intensidad promedio del dolor medido con la EAV entre el nivel basal y después de 4 semanas de tratamiento con 30 mg/día de memantina o placebo y entre los 2 tratamientos (promedio basal del dolor entre ambos grupos de 40, a las 4 semanas con memantina de 42 y con placebo de 43, p = 0,16). Durante el tratamiento con memantina 5 pacientes reportaron un leve aumento del dolor (promedio basal del dolor 46,98 ± 20,38, con memantina 51,51 ± 20,61). Eichenberger et al. 28 , en un estudio aleatorizado, doble ciego y cruzado compararon ketamina i.v. contra calcitonina, ketamina más calcitonina y placebo en 20 pacientes con DMF crónico mayor de 3/11 en la EAV. El porcentaje del cambio del dolor inmediatamente después de finalizados los tratamientos mostró que la calcitonina no fue diferente del placebo, mientras que la ketamina sola y su combinación redujeron el dolor en la EAV significativamente comparado con placebo y la calcitonina (p 0,05).
La gabapentina ejerce su efecto analgésico al unirse a la subunidad δ2α de los canales de calcio dependientes de voltaje de las neuronas del asta posterior 9 . Bone et al. 29 evaluaron la gabapentina en un estudio aleatorizado, doble ciego, cruzado y controlado con placebo en 19 pacientes (promedio de edad: 56 años) con DMF crónico e intensidad mayor a 4/10 en la EAV. Se administró un máximo de 2,4 g/día de gabapentina durante 6 semanas separado por un periodo de una semana sin tratamiento, encontrando que la diferencia promedio de la intensidad del dolor en la EAV del grupo con gabapentina fue significativamente mayor que el placebo al final del tratamiento (3,2 ± 2,1 contra 1,6 ± 0,7; p = 0,03). Smith et al. 30 realizaron un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo y cruzado en 24 sujetos con DMF crónico e intensidad mayor de 3/10 en la ECN, quienes recibieron 3,6 g/día de gabapentina. Al final del tratamiento no se encontraron diferencias significativas en el cambio del puntaje del dolor pre y postratamiento en ambos grupos (0,94 ± 1,98 frente al placebo de 0,49 ± 2,20; p = 0,70). El análisis conjunto de los resultados de los 2 anteriores estudios para el cambio en la intensidad del dolor respecto al placebo mostró una diferencia promedio de –1,16 (IC 95%, –1,94 a –0,38; p = 0,004) a favor de la gabapentina 31 . Por otro lado, a pesar de que la carbamazepina se ha usado en el manejo del dolor neuropático, solo existe un caso reportado en DMF con resultados negativos 19,32 . Aunque la pregabalina es recomendada como una opción de primera línea para el manejo del dolor neuropático, se han reportado pocos casos en DMF. Aún no existe evidencia sólida que soporte el uso de otros anticonvulsivantes como el topiramato, la lamotrigina y la oxcarbamacepina, aunque han mostrado éxito en pocos reportes de casos 33 . Adicionalmente la fenitoína, el primer anticonvulsivante usado como antinociceptivo, no ha tenido evidencia consistente en la reducción del dolor de origen neuropático 34 .
Los antidepresivos tricíclicos son los más comúnmente utilizados, y modulan el dolor a través del bloqueo de canales de calcio y sodio, la inhibición de la recaptación de monoaminas y el bloqueo del receptor NMDA 21 . Robinson et al. 35 compararon la amitriptilina en dosis de 125 mg/día contra el mesilato de benzotropina en 39 sujetos con dolor fantasma crónico, y no encontraron diferencias significativas entre los 2 grupos en la ECN (3,1 ± 2,7 para la amitriptilina frente a 3,1 ± 2,9 para la benzotropina; p 0,05) luego de 6 semanas de tratamiento. Así mismo, una revisión sistemática mostró que la amitriptilina no es efectiva en el tratamiento del DMF 36 . Otros antidepresivos, como la duloxetina, la venlafaxina, la clorimipramina y la nortriptilina, se han estudiado solo en reportes de casos 33 .
El mecanismo de acción de la calcitonina en el DMF aún se desconoce 9 . Jaeger y Maier 37 compararon calcitonina frente al placebo en 21 sujetos con DMF severo posterior a un período comprendido entre 0 y 7 días de la amputación. Si el dolor era mayor de 3 en la EAN se administraba la primera infusión de calcitonina o placebo, y en caso de persistir el dolor mayor a 3 se repetía la infusión (cruzado). Después de 24 h de 200 UI de calcitonina, se disminuyó el promedio del dolor de 7 a 4 en ambos grupos (p 0,001), independientemente de si la administración de calcitonina o el placebo fue primero. En el grupo placebo no se encontraron cambios del puntaje del dolor (promedio de 7 en la EAN, p > 0,1). Eichenberger et al. 28 evaluaron la intensidad del dolor con la EAV a las 48 h de infusión con similar dosis sin encontrar mejoría. El número de sujetos que tuvieron más del 50% de mejoría del dolor no fueron diferentes del grupo placebo en los 2 anteriores estudios evaluados (2 de 20 frente a 1 de 19). Estos resultados contradictorios podrían ser explicados porque la calcitonina podría no tener efecto sobre la sensibilización central en el DMF crónico 30,37 .
Casale et al. 38 , en un estudio doble ciego, controlado con placebo y cruzado, evaluaron la inyección miofacial contralateral al área del dolor con la administración única de 2,5 mg de bupivacaína en 8 pacientes con DMF crónico, sin diferencias significativas del dolor en ambos grupos antes de la primera (EAV de 7,6 ± 1 frente 7,7 ± 0,6; p = 0,9) o segunda inyección (EAV de 8 ± 1 frente a 7,6 ± 0,3; p = 0,45), encontrando en el grupo de la bupivacaína disminución significativa del puntaje del dolor frente al placebo 1 h después de su administración (–5,3 ± 1,4 vs –1,5 ± 1,3; p = 0,003). La lidocaína fue inefectiva después de 30 min de infusión a 4 mg/kg (p > 0,05) en 31 sujetos con DMF crónico, lo anterior probablemente por la acción de la lidocaína a nivel periférico con un menor efecto central, el cual disminuye la descarga ectópica. Los mecanismos de la disminución del dolor con la inyección de los anestésicos locales aún no se conocen exactamente 31 .
Por otro lado, Lambert et al. 39 aleatorizaron 30 sujetos para la administración de bupivacaína epidural (0,166%, 2 a 8 ml/h) y diamorfina (0,2 a 0,8 mg/h) 24 h antes, durante la cirugía y 3 días posoperatorio (14 pacientes), o a la administración de buvipacaína perineural (0,25%, 10 ml/h) intra/posoperatoria (16 pacientes), encontrando que a los 3 días, 6 y 12 meses de seguimiento, el 29, el 63 y el 38% del grupo epidural frente al 44, al 88 y al 50% del grupo perineural presentaban dolor fantasma (p = 0,32; p = 0,25; p = 0,61, respectivamente). Concluyeron que el bloqueo epidural antes de 24 h de la amputación no es superior a la infusión local de anestésico perineural en prevenir el DMF. Así mismo, Borghi et al. 40 realizaron un estudio prospectivo en 62 pacientes con DMF a quienes se les administró ropivacaína 0,5% intraoperatoriamente (5 ml/h) continuando en promedio durante 30 días posoperatorio. Si el puntaje en la escala de calificación verbal (ECV) era mayor de 1 se restauraba la infusión de ropivacaína, si se mantenía entre 0-1 la infusión se descontinuaba. Después del primer día posoperatorio, el 73% de los pacientes tenían un puntaje mayor de 2 en la ECV; sin embargo, a los 12 meses de seguimiento la incidencia de dolor severo a intolerable fue del 3%, mientras el 84% referían ausencia del dolor, concluyendo que la infusión prolongada perineural de ropivacaína posoperatoria mostró ser una terapia efectiva en el tratamiento del DMF probablemente por prevención de la transmisión de entradas (inputs) nociceptivas desde las fibras A y C durante un período de tiempo prolongado, evitando el disparo espontáneo y aumentado de las terminaciones nerviosas centrales que pueden mantener la sensibilización central y los cambios permanentes estructurales en la región sináptica del cuerno posterior de la médula espinal.
Dentro de este tipo de tratamientos se ha aplicado la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (ENET), la terapia electroconvulsiva (TEC), la terapia del espejo, la acupuntura, la estimulación cerebral profunda y de la médula espinal, entre otras 1,41 .
La técnica consiste en un generador portátil de corrientes eléctricas que atraviesan la superficie intacta de la piel y activan fibras nerviosas. Su acción depende del tipo de fibras estimuladas, ya que si estimula fibras Aβ de diámetro grande produce analgesia segmentaria (convencional), y si estimula fibras Aδ de diámetro pequeño produce analgesia extra segmentaria 41 . Mulvey et al. 42 publicaron un metaanálisis para evaluar la efectividad analgésica de la ENET en el tratamiento del DMF y dolor del muñón en adultos amputados, mostrando que no existe ningún estudio clínico aleatorizado que examine la efectividad de esta terapia en el dolor fantasma. Posteriormente, Mulvey et al. 43 evaluaron el efecto de la ENET en 10 sujetos con DMF que tenían un puntaje mayor de 3 en la ECN y que usaban prótesis, encontrando que la intensidad promedio del dolor se redujo en 1,8 ± 1,6 en reposo (p 0,05) y 3,9 ± 1,9 en movimiento a los 60 min de la terapia (p 0,05), y concluyendo que la ENET tiene potencial para reducir el DMF durante el reposo y movimiento.
Rassmussen et al. reportaron 2 casos con DMF severo (9 y 10/10 en la EAV) refractario a múltiples terapias y sin trastornos psiquiátricos concomitantes, quienes recibieron 5 sesiones de TEC; después de finalizado el tratamiento, se presentó mejoría del dolor en uno de los casos y remisión hasta después de 3,5 años de seguimiento. Sin embargo el mecanismo de acción aún no está completamente dilucidado y no hay estudios aleatorizados 44 .
Esta alternativa de tratamiento fue propuesta por Ramachandran et al. 45 en 1996 y consiste en imaginar el movimiento de la extremidad amputada y al mismo tiempo observar a través de un espejo el movimiento normal de la otra extremidad. Lo anterior aumenta la reorganización e integración de la incoordinación entre la retroalimentación visual y propioceptiva. Se basa en la teoría propuesta de la neurona en espejo descrita por Rossi et al. 46 , en la que una neurona en espejo dispara cuando un sujeto observa y actúa la misma acción en la extremidad contralateral. Chan et al. 47 aleatorizaron 18 sujetos con DMF a un grupo de terapia del espejo, otro con espejo cubierto y un grupo entrenado en visualización mental. La terapia consistió en 15 min/día en los que se evaluó la severidad del dolor a las 4 semanas de tratamiento, encontrando disminución del dolor en el 100% del grupo del espejo, en el 17% del grupo con espejo cubierto y en el 33% del grupo de visualización mental, presentándose en estos 2 últimos grupos empeoramiento del dolor en el 50 y el 67%, respectivamente. Al comparar los cambios en el puntaje de la EAV a las 4 semanas, las diferencias en el grupo del espejo respecto a las otras terapias fueron significativas (p = 0,04 y p = 0,002). A pesar de que los mecanismos aún se encuentran en investigación, los resultados sugieren que esta terapia podría ser útil en disminuir el dolor en amputados.
Existe evidencia que una única sesión de estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) puede mejorar transitoriamente el dolor en pacientes con dolor neuropático crónico. La mayoría de los estudios hasta la fecha han aplicado estimulación sobre el hemisferio ipsilateral al dolor 48 . Töpper et al. 49 no encontraron mejoría del dolor en 2 pacientes con DMF a quienes se les administró EMTr (15 Hz, 2 s) durante 3 semanas sobre la corteza parietal contralateral. En contraste, Di Rollo y Pallanti 48 realizaron el reporte de un caso con DMF tratado con EMTr a 1 Hz (durante 15 min, 600 estímulos/sesión) sobre la corteza motora contralateral a la amputación, mostrando que a las 3 semanas de tratamiento el dolor se redujo en 33%. Sin embargo se necesitan estudios aleatorizados y controlados que permitan determinar la efectividad de esta terapia.
Bradbrook 50 reportó 3 casos de pacientes con DMF agudo y crónico que recibieron acupuntura sobre la extremidad contralateral con el fin de estimular entradas (inputs) aferentes normales al sistema nervioso y producir analgesia. Los cambios en la intensidad del dolor fueron medidos con la EAV, mostrando disminución del dolor en 2 de los 3 casos después de finalizado el tratamiento. Sin embargo, hasta el momento solo existen reportes de casos que describen el efecto de la acupuntura y no hay estudios con un diseño metodológico que permita generar conclusiones.
Actualmente la evidencia de las alternativas farmacológicas y no farmacológicas en el tratamiento del DMF carece de estudios con un tamaño de muestra que garanticen poder, que sean aleatorizados y con evaluación ciega de los desenlaces, por lo que se requieren más estudios con buen diseño metodológico para clarificar la eficacia del tratamiento y realizar recomendaciones más fuertes en la práctica clínica.
Soportado por el Instituto de Ciencia y Tecnología. COLCIENCIAS. Código número 6566-49-326169.
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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El dolor en la parte faltante del brazo o la pierna se denomina dolor del miembro fantasma. Se puede sentir como: Dolor agudo o punzante Dolor persistente Dolor urente Dolor de tipo cólico Algunos factores pueden hacer que el dolor del miembro fantasma empeore, tales como: Estar demasiado cansado
Los pacientes a menudo describen el dolor fantasma como más intenso que el dolor que sentían antes en sus extremidades. El dolor fantasma es esporádico, no puede predecirse. El tiempo y la experiencia nos han demostrado que el dolor fantasma es único y que se puede tratar escuchando atentamente a nuestros pacientes.
El dolor fantasma no se limita a la eliminación de extremidades. Se puede sentir después de la extirpación quirúrgica de otras partes del cuerpo también, como ojo lengua seno o pene. El dolor fantasma también se puede sentir después de una lesión de la médula espinal o una avulsión nerviosa.
Introducción. El dolor de miembro fantasma (DMF) se refiere a la presencia de sensaciones dolorosas en una extremidad ausente y se clasifica como un dolor de origen neuropático 1,2. Ambroise Paré, cirujano francés, fue el primero en notar en 1552 que los pacientes se quejaban de dolor severo después de la amputación de una extremidad ...